Vigilia que llegas lenta y silenciosa, increpando augurios de un mejor porvenir. Desmoronamientos de contemplaciones intrascendentes, de revelaciones sentidas, de confidencias comprometidas.
Conglomerados de sentires, de pesares, de seres…
Guapezas de unos, pavura de otros, cobardía la mía…
Revelaciones no esperadas, quiebres repentinos, miradas cómplices de un ¡qué se yo!
Te espero, aunque ya comienza la dormidera, enlenteciéndose reacciones, paralizándose la inaccesible racionalidad.
Pequeño entramado de movimientos incesantes, de confluencias intrínsecas en un golpe de párpados.
Ya no des/espero…

Excelente amiga! El tiempo es tan psíquico! Lo afectamos tanto como el a nosotros! Surgió de la urgencia de cuantificar las cosas, incluso el amor
ResponderEliminarNos volvemos tan postmodernos que puede llegar a apestar... cuantificar, ¿incluso el amor?
ResponderEliminar